El mejor ejemplo siempre recae en las fases y, sobre todo, en la final de murgas. Las murgas, esos grandes grupos, coro de voces o como quieran denominarlas algunos. Meses y meses de trabajo para elaborar una letras y música que sorprenda al público con una coreografía que convenza a un jurado de que merecen llevarse el premio a casa. Después de tanto trabajo llega el momento de salir a escena, de darlo todo, de cantar como si no hubiera un mañana y de jugar, esa única carta que les dará o no el pase a la Gran final.
Solo hay una oportunidad y no pueden fallar. Por delante 30 minutos para plasmar sobre el escenario todo ese esfuerzo que ha obligado, en muchos casos, a un lado a la familia, amigos y cualquier tipo de vida social.
Nervios, emoción, intriga y, como dice el dicho, dolor de barriga. Una mezcla de sentimientos y sensaciones que no se pueden disimular en el backstage. Todos allí, conscientes de que solo en media hora deben darlo todo, convencer y demostrar que ser murguero se nace. Que lo llevan en la sangre y que esa es su vocación.
Llega el turno, hay que salir al escenario. Todos colocados, en orden conociendo el lugar que deben ocupar. Un pasacalles para tomar el primer contacto con el público que llena el Recinto. Gritos, aplausos... desde las gradas que sube la adrenalina a cualquiera. Llega la hora de cantar, de vacilar, de interpretar... de darlo todo.
(Diablos Locos) www.carnavaldetenerife.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario